lunes, 6 de enero de 2014

Pesadillas

Todo da vueltas, nada parece real. Sueños, imágenes difusas que atraviesan mi mente. De repente me despierto desconcertada. Miro a mi alrededor nerviosa. Un pensamiento acude a mi cabeza nada más recuperar la conciencia. Leo. Intento recordar pero, cada vez que lo hago, es como si millones de pequeñas astillas se clavasen en mi cerebro. Duele, pero aún duele más no saber qué ha pasado. El miedo me paraliza. Imagino mil y un posibles sucesos. Nada parece real, no puede serlo. Recuerdo lo ocurrido y el llanto acude a mis ojos antes incluso que la sensación de tristeza y desesperación. Me dirijo al baño otra vez., como hice días atrás. Me miro en el espejo. Ni siquiera puedo creer que esa muchacha, débil, maltrecha y triste que me muestra el espejo sea yo. Parece otra persona. Una que ha perdido la esperanza y la alegría. Reparo en la cicatriz de mi garganta. Está mucho mejor, como si hubiese pasado bastante tiempo desde que apareció allí, en mi cuello. Carraspeo ligeramente y la sensación es rara. Duele un poco. Intento hablar, bueno, mas bien gritar, emitir cualquier sonido. Es como si, de repente, mi garganta se abriera dejando pasar todo el aire. Es una sensación agoviante, pero agradable. Parece como si mi cuerpo llevase años queriendo hacer eso. Oigo el sonido de mi propia voz, esta vez mucho más clara y recuperada. Es agradable oírse. Sonrío ligeramente para dar la bienvenida a una vieja amiga, pero pronto mis pensamientos me devuelven a la terrible realidad. Pienso en Leo, es lo único que se me pasa por la cabeza.

Corro hacia la puerta. No veo a la gente que me mira con extrañeza, no veo a las enfermeras que intentan detenerme. Corro con la mente en blanco por el pasillo hasta que llego al ascensor y me meto dentro. Me apoyo contra la fría pared de metal y aprieto el botón del quinto piso con ansiedad. Las puertas se cierran y, justo cuando terminan de hacerlo, algo se rompe en mi interior y comienzo a llorar con las palmas de la mano apoyadas contra la pared. Ellas parecen ser lo único que me mantiene de pie ahora mismo. Lloro desconsolada hasta que un estridente sonido me indica que el ascensor ha llegado al piso correspondiente. Entonces salgo a golpes del pequeño espacio y comienzo a correr otra vez pro el pasillo hacia la habitación de Leo. No puedo parar de llorar. De llorar, de temblar y de correr. Es como si hubiese perdido la cordura. Ni siquiera leo el número de la habitación antes de entrar, simplemente sé que es la correcta. La puerta se abre ante mi mano y miro nerviosa en el interior. Entonces veo su cama y el corazón me da un vuelco. Me llevo las manos al lado izquierdo del pecho y siento cómo, después de varios minutos, vuelvo a respirar de verdad.
Leo está tumbado en su cama, igual que antes de todo esto, con la misma cara de serenidad. Hay unas terribles marcas alrededor de su cuello que me recuerdan lo terribles que fueron aquellos minutos. Corro los pocos metros que me separan de él y cojo su cara entre mis manos. Noto el calor que emanan sus mejillas y una lágrima igualmente cálida resbala por mi mejilla. Está vivo. Me siento en el borde de la cama con él y lo abrazo, completamente segura de que él estará sintiendo todo lo que yo, segura de que para él esto está significando tanto como para mí. Está conmigo, está aquí, y eso es todo lo que necesito.
Estoy tan inmersa en esa sensación de alivio que no me doy cuenta de que, al lado de la cama, en la silla, hay una persona sentada. Reparo en ella cuando alguien me agarra por la muñeca. Un pánico instantáneo me invade y me giro con violencia al tiempo que en mi cabeza se dibujan dos fríos y amenazadores ojos verdes. Pego un grito y entonces veo su cara y me relajo. Es Daniel. Es él, sentado en una silla cuidando de mi hermano. Lloro, una vez más, como una niña, pero él no me deja hacerlo sola. Sobran las palabras. Daniel se levanta sigilosamente y me rodea con sus brazos, creando una especie de refugio para mi corazón roto. Es Daniel, es mi ángel, la única persona con la que no me siento sola o triste, la única persona que,al abrazarme, consigue que todo lo demás parezca menos malo. Dejo que la calidez de su abrazo me envuelva y paso mis brazos alrededor de su cuello, acercándolo más a mi. Nunca tuve mucha fe, a pesar de que mis padres eran creyentes y me inculcaron esos valores y esas creencias, pero, en ese momento, solo podía dar gracias a Dios por haber puesto a esta persona en mi vida, porque siento que si él no estuviera, no podría haberlo soportado.
No hablo en unos cuantos minutos y él tampoco dice nada. Eso me gusta. No me agobia, no me asusta, solo deja que me desahogue, que me tranquilice, solo me da todo el cariño y el apoyo que en esos momentos necesito.
Decido apartarme de él para poder hablar y lo hago poco a poco, disfrutando al máximo cada uno de los segundos cerca de él, sintiendo su corazón pegado al mio y latiendo con rapidez.
- ¿ Que pasó después de que me desmayase ? No entiendo nada- Me limito a decirle mientras sus ojos azules se convierten en meras manchas tras la capa de lágrimas que cubre mis ojos.
- Todo está bien,tranquila. Lucas intento...Intentó matar a tu hermano. Lo estaba estrangulando pero, de repente, paró. No sé cómo pasó porque nadie lo vio pero...De repente Lucas se presentó en recepción y dijo a los médicos que el paciente de la habitación 513 necesitaba ayuda. Estaba llorando según dicen. Él mismo llamó a la policía para confesar que intentó asesinar a Leo. Asegura que paró, que dejó de hacerlo. Es verdad porque tu hermano está vivo y, de haber querido, podía haberlo matado. No sé qué lo llevó a hacer eso, pero me alegro mucho Sandra, de verdad que me alegro muchísimo. Ahora creo que lo han llevado a prisión. Dentro de poco habrá un juicio- Termina de explicar al tiempo que me abraza y me acaricia el pelo con las manos.
No puedo comprender por qué Lucas se comportó así. Supongo que debió de arrepentirse pero aun así no entiendo por qué, no entiendo cómo pudo intentar hacer todo ese daño a Leo sólo porque él descubrió su engaño. ¿ Cómo ha podido hacer tanto daño, tener tanto rencor a una persona, solo porque descubrió sus intenciones de engañar a una chica ? Todo me parece desmedido pero, aun así, me alegro de que algo le hiciese recapacitar porque, de lo contrario, mi hermano no estaría aquí.
Miro a Daniel con alegría y me obligo a ser positiva. Sonrío y me dejo abrazar otra vez.
- ¿ Cómo está Leo ahora ? ¿ Se pondrá bien ?- Pregunto todavía preocupada después de ese instante de alegría.
- Los médicos dicen que sigue en coma, lleva así ya un mes. Te ha costado mucho recuperarte de ese golpe en la cabeza,¿ sabes ?- Me dice mientras me pega un golpecito en la sien con el dedo. Tu hermano no tiene lesiones graves en el cuello pero sus lesiones internas debido al accidente siguen ahí. Aun así dicen que ha progresado mucho y que es muy posible que se recupere, aunque no saben hasta donde llegan los daños cerebrales y cómo podrá afectar eso a sus capacidades motoras si se despierta- Me comunica Daniel con calma e intentando parecer optimista.
Procuro tomármelo con calma y me obligo a mi misma a ver el lado positivo. Lo importante es que sigue vivo, que está aquí conmigo.
Mis pensamientos son interrumpidos por el médico, que irrumpe en la habitación después de recibir la noticia de que yo andaba por ahí despierta y correteando por los pasillos del hospital como una loca, y me  lleva a mi habitación. Me paso toda la tarde respondiendo preguntas, haciendo pruebas y descansando.

Al día siguiente, después de dormir fatal, el médico se acerca a mi habitación para comunicarme que ya estoy totalmente recuperada. Tomo un horrible desayuno a base de tostadas y un café y me dirijo a una sala en la que me retiran los puntos del cuello mientras me agarro a la cama para intentar no gritar. Duele, pero no tanto como la sensación de opresión en el pecho que sentí ayer antes de saber qué había pasado con mi hermano. Solo recordarlo hace que una desagradable sensación me recorra toda la columna y me estremezco. Decido apartar todos esos pensamientos y me centro en otras cosas hasta que los médicos terminan el trabajo. Por fin, después de un día sin descanso, me llevan a mi habitación y puedo quedarme ahí todo el día. Recibo la visita de mis padres, ya casi recuperados del todo, que me abrazan y me besan sin descanso. Agradezco su compañía y disfruto del momento después de tantos malos ratos. Cuando se marchan, acudo una vez más a la habitación de Leo. Casi ni recuerdo la cantidad de veces que he atravesado esa puerta. Todos los días el mismo procedimiento varias veces. Me acerco a su cama y le cojo la mano. Le cuento cosas, cosas simples, pero me reconforta hablar con él. De algún modo, me siento escuchada. Disfruto cada momento a su lado y me alegra recordar todo lo vivido juntos. Estoy segura de que,desde algún lugar, él se ríe conmigo cuando le cuento todo eso.
Pasado un tiempo regreso en silencio hasta mi habitación. Echo de menos a Daniel porque no le he visto en más de un día. Cada vez estoy más segura de lo mucho que me gusta ese chico. Aún así caigo en que todavía no hemos hablado mucho de nosotros. Le hice mucho daño, supongo que ambos lo hicimos pero, a pesar de todo, cuando nos encontramos y me lo contó todo, simplemente nos abrazamos, nos consolamos y, para mí, fue más que suficiente. No me hacía falta nada más. Aun así no estoy segura de esto. No sé si quiero empezar, justo ahora y después de todo lo ocurrido, una relación. Sonará estúpido pero, después de todo lo ocurrido, mi confianza hacia el sexo opuesto a disminuido bastante. Además nunca he tenido novio, ni siquiera creo haberle gustado a alguien nunca, por no hablar de que di mi primer beso hace apenas unos meses. Sólo recordarlo hace que de repente un miedo indescriptible me atraviese el cuerpo. Mi corazón se acelera y me pongo nerviosa con tan solo recordarle, con tan solo recordar por un instante todas las cosas horribles que esa persona a la que quería ha sido capaz de hacer. ¿ Estaré lista para entregarle otra vez mi corazón a alguien ? ¿Merece la pena correr el riesgo ? No lo sé, no estoy segura. Al fin y al cabo casi no lo conozco pero...Él ha sido el primero en hacerme sentir especial en el mundo.
Inmersa en mis pensamientos, la tarde se me pasa volando y cuando, horas más tarde, el sueño me alcanza sin previo aviso, me acuesto en la cama y me obligo a dormir.
Pasan las horas y no lo consigo. El sueño va y viene y justo cuando parece que voy a dormirme, acude a mi cabeza la imagen de Lucas. Una imagen que me hiela el corazón y me despierta de golpe, impidiéndome dormir. Me levanto asustada una y otra vez y el proceso se repite. De repente, en una de esas ocasiones, una sombra fuera de lo normal me alerta y, al levantarme, no puedo evitar pegar un pequeño salto. Hay alguien sentado en la silla que hay al lado de mi cama. Con un pánico repentino me apresuro hacia la lamparita de noche y la enciendo.
Mi corazón se calma de repente cuando veo, tumbado en la silla, a Daniel. Su cabeza está ladeada hacia la izquierda y el pelo le tapa la ceja en ese mismo lado. Está profundamente dormido. Su expresión es de serenidad pura. Parece tan desprotegido, tan frágil...Pero de repente,unos segundos más tarde, la luz hace que se despierte y me mira con sorpresa. Se pasa las manos por los ojos y parpadea en repetidas ocasiones. No puedo evitar sonreír. Es lo más bonito que he visto nunca.
- Perdona, ¿ te he asustado ?- Me pregunta en un susurro.
-Un poco, pero no pasa nada. ¿ Cuando has venido? No te he oído entrar-
- Vine a las doce pero estabas dormida, así que decidí quedarme aquí para cuidarte.- Me dices con una pequeña sonrisa.
- Oh vaya, siento que tengas que quedarte en ese sillón toda la noche por mi culpa.- Le digo avergonzada al tiempo que una idea cruza mi cabeza. "No" me digo a mi misma." No puedes invitarlo así como así a tu cama. Pensará que eres una salida"
- No pasa nada. He venido porque quería estar contigo y velar tus sueños. Ya sabes, de eso se encargan los...Esto...Bueno...De eso me encargo yo- Acabas de decir al tiempo que te pones muy rojo, muy rojo. Tu mirada se posa automáticamente en el suelo.
No puedo evitar ruborizarme yo también. No hemos podido hablar de lo que somos, así que ni él ni yo tenemos claro nada. No sé qué piensa él, qué soy para él, y eso me asusta un poco. Tengo miedo de no estar a la altura, de que él tenga una serie de expectativas que yo no pueda cumplir.Tengo miedo de que hayamos interpretado las cosas de maneras muy distintas, pero prefiero no tocar el tema ahora.
-Esto...Muchas gracias, en serio.-
- Te he oído gritar en sueños. ¿ Tienes pesadillas ?- Me preguntas con preocupación.
La verdad es que las tengo, a todas horas. Cada vez que cierro los ojos esas horribles imágenes cruzan mi cabeza. Lo paso mal, pero no quiero preocupar a nadie.
-Bueno, la verdad es que alguna tengo pero...Pero no es para tanto- Le digo para intentar no preocuparle, pero la verdad es que estoy aterrada. No puedo evitar que, sin querer, empiece a llorar en silencio. Me retiro las lágrimas con rapidez pero él se ha dado cuenta y me abraza.
-Tranquila, estoy contigo. Te prometo que esta noche no volverás a tener pesadillas- Me aseguras con voz firme y grave.
No sé a qué te refieres, pero simplemente me dejo consolar. Lo necesito.
De repente noto cómo comienzas a moverte y te sientas conmigo en la cama. Una idea aterradora me atraviesa la cabeza sin previo aviso. ¿ No querrás...? No, no puede estar proponiéndome eso. No puede ser...Yo...Yo nunca...
Te sigues moviendo hasta que te tumbas a mi lado, tu cuerpo muy cerca del mio. Mi corazón latiendo descontrolado. Me quedo inmovil, muy nerviosa. Todos mis temores aumentan y comienzo a pensar en qué decirte, en qué hacer, en qué quiero...Porque no lo sé. Nunca he estado en esta situación, no se manejarlo. Quiero que siga lo que quiera que esté haciendo...O no...Estoy confundida.
De repente todo se queda a un lado cuando te limitas a abrazarme y apagas la luz. Al principio no muevo un músculo, esperando que me beses, que me toques...Algo. Pero no lo haces. Te limitas a quedarte así, abrazado a mí, como separándome del resto del mundo. Noto cómo se ralentiza tu respiración.
Así que sólo quería dormir conmigo. He sido una malpensada y una tonta. No puedo evitar reírme. Seguro que me he puesto rojísima. Cierro los ojos e intento dormir y, esta vez, ninguna pesadilla se atreve a molestarme.

2 comentarios:

  1. Sigue así,me encanta tu blog! La verdad es que me estaba volviendo loca porque no subías ningún capitulo jajaja. En serio sigue así que escribes muy bien:)

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  2. Muchísimas gracias ! No sabes lo que significa para mi que alguien me diga eso. =)
    Intentaré subir más a menudo, prometido.

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